Bienvenido a mi mente forastero!

Mis Blurbs hoy sintieron ganas de hacerse conocer asi que cree este blog para que encontraran nuevos amigos. Sus pensamientos y su gran imaginación se ven a través de lo escrito y me invitan a este pequeño mundo del cual soy un visitante de paso, al igual que ustedes.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

El desfile de las vacas



Queridos compatriotas, triste es ver cuando una obra de arte es vandalizada. Triste es ver que una obra de arte haya sido rota (en este caso en el Malecón de Miraflores, justo donde hacen parapente). Triste es ver cómo la gente salta sobre las cuerdas de seguridad para tomarse fotos con las obras de arte. Triste es ver que hayan tenido que poner cuerdas alrededor de las obras de arte para evitar el vandalismo. Triste es ver que todo esto se me hace tan conocido.

¿Cuándo aprenderemos?

Trata bien a las vacas pues chochera. Qué todos podamos disfrutarlas.

"Soy una obra de arte, cuídame".


I.

Cuentos del Lago

Me gustan los mitos. Me gustan como dejan moralejas, que solo el oyente atento las entiende. Me hacen recordar a los fines de semana acampando. A la fogatas y la luz de la luna. Me gustan las criaturas maravillosas y los monstruos marinos. Y tal vez crea en ellas. ¿Por qué no?


Lucy trabaja con nosotros desde hace muchos años, y aunque supongo que tengo que considerarla parte de mi familia, casi no se nada acerca de ella. Excepto algunas cosas: Como muchas familias de la sierra ella es una de diez hijos, aunque en realidad ahora sean nueve ya que una de sus hermanas se suicidó.

Y así te lo cuenta ella. Un día simplemente decidió suicidarse.

También se que vivió la mayor parte de su vida en un pequeño pueblo en la provincia de Huancané, cerca del Lago Titicaca.

A mi papá siempre le gustó ayudarla y la adoptó como su hija. Le pagó los estudios en el colegio y luego en un instituto en el cuál se graduó con el título de técnica en enfermería.

Lucy postuló a la Marina para un puesto como enfermera y entre los tantos exámenes, tanto físicos como de rendimiento académico, uno de ellos era la natación.

Y me extraño que tuviera que ir en sus días libres a una piscina municipal para practicar, puesto que ella no sabía nadar. Extraño para alguien que ha vivido la mayor parte de su vida al costado de un lago.

La verdad es que me parecía imposible. Para mí era como vivir al costado de una bodega y manejar 10 minutos para comprar unos chicles. O algún símil por el estilo. Nunca fui buena con ellos.

Lucy me cuenta que pasó su examen de natación, aunque se tiró a la piscina después que el resto. Yo la felicito y pienso que esta es mi oportunidad. Mi oportunidad para adentrarme en el mundo de leyendas. En las criaturas míticas, en las venganzas de los amantes.

¿Tú no nadabas en el lago? Le pregunto, tal vez sin ganas al comienzo, tal vez queriendo quedar bien con ella.

-No, una vez casi me ahogo y ya no quise. Además hay encantamientos en el lago.

¿Encantamientos? Y esa pregunta me llevará a conocer una cultura, bueno, desconocida.

Lucy me cuenta acerca de los encantamientos en el lago, acerca de como a cierta hora en el lago aparecen criaturas de muchos colores. Y es que a ella también se le aparecieron. Me dice que mientras remaba en el lago, se apareció un sapo de color fosforescente. Luego fueron dos, luego tres y así a su alrededor la rodeaban sapos de todos los colores. Ella recordó que no debía mirar al agua y continuar su camino.

¿Pero no crees que muchas de estas historias se las cuentan a los niños para que se porten bien y no hagan cosas peligrosas? Le pregunto yo, niña de la capital. La que ha escuchado historias de duendes pero no cree en ellos. La que sabe algo de sociología y como funcionan estos cuentos.

-No, porque pasan en verdad. Yo lo he visto.

Y le empiezo a creer.

Me cuenta muchas historias, pero entre ellas hay dos que me llaman la atención, quizás porque de una extraña manera me sentí identificada con ellas.

Un grupo de músicos debía viajar a un pueblo cercano para tocar en una boda. El viaje era de un par de días de caminar al lado de la pista esperando a un buen samaritano que estuviera dispuesto a darles un aventón. Según Lucy en la noche es donde salen todos los encantamientos y eso fue exactamente lo que pasó con este grupo de músicos. Uno de ellos, digamos que el que tocaba el harpa, ya que es el instrumento más pesado, se quedó atrás. Mientras retomaba el camino, pudo ver a sus colegas mientras que entraban por unas puertas en donde se oía la voz de mucha gente.

Supuse que en este momento el musico se sintió desconcertado, no solo había una puerta extraña, sino que sus amigos lo estaban abandonando. Corrió lo más veloz que pudo, sin embargo la puerta se cerró. Al día siguiente, un caminante lo encontró tocando una gran piedra en desesperación y pidiendo que le abrieran.

La historia dice que los caminantes que pasan por este lugar aún pueden escuchar música proveniente de una lejana piedra.

Y eso me hizo pensar. ¿En qué momento nos volvimos tan dependientes de las personas?

Ese pobre músico se salvó de ser llevado al debajo de la tierra (como luego me explico Lucy) y sin embargo, estuvo tocando la puerta toda la noche para que lo dejaran entrar. Es que estamos tan solos que preferimos morir juntos que quedarnos sin colegas músicos.

Y es que tal vez valoramos demasiado las amistades. No es que no crea en ellas, sino que simplemente hay algunas de las cuales me arrepiento.

Yo creo que en el momento en el que uno se da cuenta de que se pasa el día llamando a una amiga para hacer algo, sin considerar el hecho de que ella es una persona normal y tiene otros amigos (tal vez no como yo) es que comienzas a reconsiderar las amistades.

No es que sea mi caso. Yo aprecio mi soledad. Es más la valoro más que el resto. Y es que siempre me pareció extraño como una mujer no puede ir sola al baño.

A mi me gustan las caminatas solitarias. Las leídas de libros al aire libre. Las películas sin distracciones. La música sin críticas.

Y tal vez sea como el harpista solitario. Es muy probable que me moleste de que mis amigos se hayan ido a algún sitio y me hayan dejado. Pero considerándolo bien, nunca me gustó jugar a "Simón dice".

Ah, por si se preguntaban acerca de la otra historia, ese será otro cuento que contar. Ultimamente se me agotan las ideas.

I.