Bienvenido a mi mente forastero!

Mis Blurbs hoy sintieron ganas de hacerse conocer asi que cree este blog para que encontraran nuevos amigos. Sus pensamientos y su gran imaginación se ven a través de lo escrito y me invitan a este pequeño mundo del cual soy un visitante de paso, al igual que ustedes.

lunes, 12 de octubre de 2009

Y yo la quiero

La llamo. Una, dos, tres veces. No contesta. Debe estar durmiendo. Siempre está durmiendo. No se si es porque esta cansada o porque quiere olvidar. Y eso me preocupa. Tengo miedo de que no quiera despertar. Y debo decir que llamo sin ganas, por obligación. Me obligo a escuchar su voz.


Porque la verdad es que la quiero, aunque no se lo diga.


Lo extraño es que le digo la verdad. Siempre le digo la verdad. Todo menos eso. Menos lo que me importa. Le digo la verdad acerca de sus acciones, sus locuras, sus ataques, sus obsesiones, alti-bajos.


Se lo digo y ella calla. Porque sabe que es verdad, pero quiere negarlo.


Y luego me arrepiento. No quiero herirla. Al contario. Yo la quiero. Quiero lo mejor para ella. Quiero lo mejor para mi: escuchar buenas noticias. Alegrarme y no enojarme.


¿Por qué en toda acción hay un acto de egoismo, incluso en el más altruista?


Y es que de ser necesario, mataría por ella. Y no solo porque se que ella haría lo mismo. Sino porque salvarla a ella es salvarme a mi. Aunque no estemos de acuerdo siempre.


Y eso es lo bonito. Lo diferente. Lo diferente que entre nosotras se vuelve en igual.


Porque la quiero, y mucho. Porque la quiero y escuchar su voz me recuerda que aun hay lazos que me atan a la tierra, lazos que me mantienen centrada. Que me hacen saber que no soy una isla.


Nuestras palabras no son necesarias. Muchas veces andamos calladas. Y eso está bien.


¿Es eso conformidad? ¿Aburrimiento? No, no creo que lo sea.


Para mí es unidad. Para mí es saber que hay alguien con la cual no necesito palabras, que estas están sobrevaloradas.


Y todo es un proyecto. Ella era mi proyecto. Mi manera de sentirme útil, de hacer como testigo de Jehová y llevarla por el "buena camino". Yo quería garantizarle que la existencia en la tierra, aunque a veces dolorosa, es el mejor regalo. Que no se diera por vencida.


Curioso es que la que cambió fui yo. Gracias a ella. Y me gusta pensar que ella también. Aunque sea un poquito. Gracias a mi.


Y la quiero. La quiero cuando me hace reír y cuando me hace llorar. Y quiero regalarle mis lágrimas cuando a ella se le acaben. La quiero aunque a veces la odio.


Creo que este sentimiento es porque ella sueña. Porque sueña con algo mejor y me lleva a sus fantasías, que se convierten en las mías, en las nuestras.


Y yo sueño. Y soñamos en mudarnos de acá, en ser famosas, en escribir toda la vida, con enamorarnos. Soñamos con enamorarnos.


En ser las mejores amigas.


En eso sueño yo, y ya lo empiezo a creer.



I.

domingo, 11 de octubre de 2009

Ayunas

Cuarto 228 a la derecha. Una mujer perdió su juventud. Cuando abrió los ojos no pudo más. Su existencia no era de existir, su aliento no lo podía sentir.
Llegó a la tierra en guerra, salvada dos veces por las ganas de una mañana cuando jugaba con el aire. Cuando permanecía inocente. Cuando la vida era buena.
El doctor dice que no hay nada por hacer. Solo el tiempo lo dirá.
Se escucha un llanto lejano. No de pena, sino de furia. Un viejo hombre con la vida en la espalda. Se quita un peso de encima. Lo están relevando de su trabajo.
Pero lo único que conocía en la vida eran los ojos azules. Dos ojos azules que lo miraran a través del mostrador de un cine alessandrino.
Vieja épocas en las que su papá no los dejaba verse. Extraños tiempos en que el cuerpo no podía moverse.
Ella siempre quiso ser cantante. Él era un fabricante, de sueños de tranvía en el cual su primo trabajaba.
Ojos azules no llores, vendré por ti. 30 días refugiado en un barco en altamar.
No vale llorar si no vas a la guerra. No seas una niña pataletuda.
I.

Escorias del escusado



Antes de que fueramos algo, hubo una gran espacio.


Gatito ya no me escucha cuando hablo. Asiente con la cabeza, pero sé que él ya no está ahí.

Lo conocí un día sin querer. Esos días en que la ropa se te pega a la piel. Esos días en que no quieres ver a nadie, pero todos te miran a ti. Esos días en que deseas que sean otro día.


A veces me pregunto si gatito tuvo una infancia feliz. Nunca me enseño fotos de niño. Tal vez nunca fue niño. El nació grande. Nació triste. transeunte. Aboyado.


En un comienzo lo nuestro fue puramente físico. Una atracción de polos. Dos imanes que se unen. Una reacción química. Un deseo escondido.


Pero Gatito no se conformó con eso. Y se puso malo. Salía todas las noches. No llamaba. Y yo aprendí a dejar de buscarlo. A que al día siguiente estaría a mi lado. Listo para que lo engría.


Ahora no lo veo salvo los domingos cuando me lo cruzo en la misa matutina. El sermón del padre se mezcla entre olores de incienso y el cigarillo que mi padre acababa de fumar. Y eso me hace pensar en él. Y se que él piensa en mí.


Aunque ninguno quiera hacerlo nuevamente.


Gatito ya no me habla.


Antes me insultaba y eso me hacía feliz. Porque sabñia que me quería. Que le importaba. Que se ponía feo, porque en realidad era bonito. Lo nuestro era bonito.


Lo veo. Tiene los ojos cerrados.


Si tan solo entrara al baño. Ese es nuestro lugar favorito. Nuestra guarida. Nuestro confesionario. Donde fuimos los mismos y a la vez tan distintos.


A gatito le gustaba verme mientras me afeitaba las piernas. A mi solo me gustaba que me viera. Que me viera en verdad.


Gatito ya no me habla.


Creo que ya es feliz.
I.

La Cosa Nostra

Me gustan las sorpresas. Lo inevitable. Lo impredecible. Siento que es lo único verdadero. Va con mi estilo adoptado hace poco de "seguir con la corriente". Aunque a veces la marea sube y ahi si que me encuentro en problemas.


-" ¿Me dás tu telefono?"

Me dice con un acento argentino, a pesar de que es italiano.

Lo he conocido en una reunión. En esas reuniones donde no esperas nada. En esas reuniones en las que ves a todas tus amigas que ( Oh sorpresa) tienen enamorado.

Pero todo pasa piola. ¿Por qué?

Porque has decidido que la soltería es lo mejor para tí, que no necesitas amarrarte a nada ni a nadie. Claro que luego de una ronda de tragos tu cosmovisión va cambiando.

Conozco amigas que nunca han estado solas. Literalmente. No pueden ni ir al baño solas. Pasaban de un enamorado a otro como cambiarse de ropa.

¿Qué facil no?

Ahora claro no pondré en cuestión la capacidad intelectual de cada sujeto. Eso sería un tema de monografía.

Yo, muchas veces (en realidad todas las veces) ni me molestaba en conversar con ellos. Yo bien culta e intelectual como me creía (si es que aún no sigue siendo asi) no me juntaba con esa clase d gente. Claro que a la hora de la verdad, ellas tenía pareja para las fiestas, mientras que yo me sentaba a esperar que algún soltero se apiade de mí.

Lo que me hace regresar al italiano y la reunión (que es sorpresa). Me entretengo trantando de pulir el poco italiano que se, herencia de mis abuelos. Supongo que él está siendo buena gente (en un comienzo). No me corrige y sigue con el juego.

Luego me dí cuenta que la conversación no era su fuerte.

Y bueno, ustedes son bastante imaginativos y pueden recrear el resto ¿no?

Ah! Me olvidaba. La pedida del teléfono. Me lo pidió con un tono sincero. Yo no le creí.

¿Para qué pedirme mi número?

Con las justas sabía mi nombre (el cual pronunciaba mal) y su estadía era temporal. Entonces, ¿Para qué tomarse la molestia?

Pensé decirle: "Dejemoslo así. Como algo de una noche. ALgo divertido. Una anecdota para contar con los amigos. Algo libre de sentimientos

Desafortunadamente soy débil y cai ante su sonrisa.

Después pense: ¿Cuántos números habrá pedido en su vida? ¿Cuáles son las verdaderas intenciones? ¿Qué es esa acción en realidad? ¿Un trofeo de conquista? ¿Un trato cancelado? ¿Un plan B por si el plan A sale mal?

Decidí concluir que es una acto de puro machismo (en el cuál yo soy parte culpable). Un acto de egoísmo. Y es que mientras él se va triunfante, yo espero su llamada.

Una llamada que sé que no va a llegar.

Y es que la pura verdad nos muestra que nos engañamos. Que nos gusta engañarnos Pensar que llamará. Que nos reuniremos y descubriremos todas las cosas que tenemos en común. Él se mudará a Perú o yo iré al país con forma de bota. Me presentará a su familia. Y yo a la mía.

Y asi sí. Asi es bonito. Así le gusta a todo el mundo. El cuento de hadas moderno. La historia para contar a los nietos.

Todo esto porque en el fondo buscamos lo mismo, queramos negarlo o no: BUSCAMOS ENAMORARNOS.

Y no. Aún no ha llamado. Pero yo espero al fin de semana.

Nadie nunca me dijo que soñar fuese algo malo.


I.