Bienvenido a mi mente forastero!

Mis Blurbs hoy sintieron ganas de hacerse conocer asi que cree este blog para que encontraran nuevos amigos. Sus pensamientos y su gran imaginación se ven a través de lo escrito y me invitan a este pequeño mundo del cual soy un visitante de paso, al igual que ustedes.

miércoles, 16 de junio de 2010

Árbol

Me gusta tener los pies descalzos en el pasto. Recostarme sobre un árbol. Solía gustarme buscar tréboles de cuatro hojas. Alguien alguna vez me dijo que traían suerte y desd ese momento deje de buscarlos. Siempre pensé que la suerte eventualmente llegaría a mi.
Supongo que aún la sigo esperando.
Es un día soleado de invierno. Esos días en los que el cielo permanentemente nublado de la capital se torna celeste, por unas cuanta horas.
Acá, recostada sobre un olivo, veo toda clases de personas pasar. Una pareja de turistas japoneses con sus grandes cámaras digitales tratan de retratar hasta el más mínimo detalle de una banca. Esto debe asemejarse a una jungla. Al menos deduzco eso por sus caras.
Corriendo viene un niño. Viene seguido por su abuelo algo preocupado ya que hay un gran perro labrador que les ha hechado un ojo queriendo jugar. Al darse cuenta de esto, el pequeño toma la mano de su abuelo y la aprieta fuertemente. Yo veo al perro. No deja de mover la cola. Y la verdad es que su abuelo le tiene miedo a los perros (desde que cuando era niño uno igual a este se le abalanzó encima). Algo dudoso, ambos se acercan al animal. Un par de palmaditas en el lomo. Listo. Tarea cumplida. Por qué me siguen temblando las piernas? El dueño del perro aparece y se lo lleva. Todos se miran. Todos sonríe. El abuelo con el dueño y el niño con el perro.
"Gracias a Dio" habrá pensado el abuelo. Se acerca a su nieto y le dice:
Quieres saber el secreto acerca de estos árboles? Tiene una sonrisa que me hace acordar al narrador de cuentos (aunque él si que no le tenía miedo a los perros). El nieto no puede contener su emoción, aunque tal vez simplemente quería ir al baño.
Lo cierto es que juntos de la mano se enrrumban a una lugar solo conocido por la mente del abuelo y la imaginación de su nieto.
Debería llamar a mi abuelo, asi que volteo y a lo lejos veo a un hombre. Debe tener un par de años más que yo. Lo digo por su mirada. Esa mirada que todos los jovenes tienen, esperanzada.
Tiene un pincel en la mano y una paleta en la otra. Me intereso. No puedo ver que esta pintando y ya es muy tarde para acercarme. Se da cuenta de que lo miraba. Yo me hago la distraida y pretendo mirara a un horizonte donde él esta situado.
No es mi culpa que él se entrometa en mi horizonte.
Lo miro nuevamente. Cada pasada del pincel es delicada, paciente. Pinta y mira fuera del cuadro. Pinta y mira. Pinta y mira. Asi se la pasa. Pinta. paciente. mira.
Yo lo envidio. Nunca tuve el talento para pintar. Para retraerme totalmente del mundo y focalizar mi atención en una sola cosa.
Yo soy curiosa. Miro a todos lados. Busco miradas que me digan algo. Busco formas en las nubes. Sombras en los árboles.
Y luego pienso. Quizás no seamos tan distintos. Lo miro nuevamente pero me sorprendo. Ahora pasa el pincel con gran vitalidad, agresivo, determinado. Este es el momento "furioso" de la operetta. No dura mucho. Vuelve en si y toma un par de pasos hacia atrás. Necesita un plano general.
Las personas se acercan a mirar lo que hace. Curiosos peatones. Un par de niños gritan mientras corretean a una astuta ardilla que intentó robarles una galleta. Sus nanas los siguen. Esos bichos están llenos de enfermedades.
Un camión ha parado bruscamente y los carros que lo seguían de cerca comienzan a tocar sus bocinas.
Pero él sigue pintando.
"Mamá, él está pintando. Esta pintando esos árboles" Una niña con dos colitas lo señala. Yo sonrío complice y veo que me está mirando.
Sonrío como diciendo "Que niña no?". Solo me mira y luego baja la mirada. Pinta. Mira. Pinta. Mira.
Planeo pararme e irme. Comienza el frío y el cielo se torna gris. De pronto lo veo moverse hacia el poco sol que queda.
Se mueve hacia donde yo me encuentro. Ni tan cerca, ni tan lejos. Como calculando la distancia precisa que debería separarnos.
Continua con su trabajo pero yo no puedo continuar con el mío. Veo que pinta. Es un árbol. Un árbol como en el que yo estoy apoyada. Y lo entiendo.
Y él me entiende también.
Me mira y le digo: "Hola".