Bienvenido a mi mente forastero!

Mis Blurbs hoy sintieron ganas de hacerse conocer asi que cree este blog para que encontraran nuevos amigos. Sus pensamientos y su gran imaginación se ven a través de lo escrito y me invitan a este pequeño mundo del cual soy un visitante de paso, al igual que ustedes.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

El desfile de las vacas



Queridos compatriotas, triste es ver cuando una obra de arte es vandalizada. Triste es ver que una obra de arte haya sido rota (en este caso en el Malecón de Miraflores, justo donde hacen parapente). Triste es ver cómo la gente salta sobre las cuerdas de seguridad para tomarse fotos con las obras de arte. Triste es ver que hayan tenido que poner cuerdas alrededor de las obras de arte para evitar el vandalismo. Triste es ver que todo esto se me hace tan conocido.

¿Cuándo aprenderemos?

Trata bien a las vacas pues chochera. Qué todos podamos disfrutarlas.

"Soy una obra de arte, cuídame".


I.

Cuentos del Lago

Me gustan los mitos. Me gustan como dejan moralejas, que solo el oyente atento las entiende. Me hacen recordar a los fines de semana acampando. A la fogatas y la luz de la luna. Me gustan las criaturas maravillosas y los monstruos marinos. Y tal vez crea en ellas. ¿Por qué no?


Lucy trabaja con nosotros desde hace muchos años, y aunque supongo que tengo que considerarla parte de mi familia, casi no se nada acerca de ella. Excepto algunas cosas: Como muchas familias de la sierra ella es una de diez hijos, aunque en realidad ahora sean nueve ya que una de sus hermanas se suicidó.

Y así te lo cuenta ella. Un día simplemente decidió suicidarse.

También se que vivió la mayor parte de su vida en un pequeño pueblo en la provincia de Huancané, cerca del Lago Titicaca.

A mi papá siempre le gustó ayudarla y la adoptó como su hija. Le pagó los estudios en el colegio y luego en un instituto en el cuál se graduó con el título de técnica en enfermería.

Lucy postuló a la Marina para un puesto como enfermera y entre los tantos exámenes, tanto físicos como de rendimiento académico, uno de ellos era la natación.

Y me extraño que tuviera que ir en sus días libres a una piscina municipal para practicar, puesto que ella no sabía nadar. Extraño para alguien que ha vivido la mayor parte de su vida al costado de un lago.

La verdad es que me parecía imposible. Para mí era como vivir al costado de una bodega y manejar 10 minutos para comprar unos chicles. O algún símil por el estilo. Nunca fui buena con ellos.

Lucy me cuenta que pasó su examen de natación, aunque se tiró a la piscina después que el resto. Yo la felicito y pienso que esta es mi oportunidad. Mi oportunidad para adentrarme en el mundo de leyendas. En las criaturas míticas, en las venganzas de los amantes.

¿Tú no nadabas en el lago? Le pregunto, tal vez sin ganas al comienzo, tal vez queriendo quedar bien con ella.

-No, una vez casi me ahogo y ya no quise. Además hay encantamientos en el lago.

¿Encantamientos? Y esa pregunta me llevará a conocer una cultura, bueno, desconocida.

Lucy me cuenta acerca de los encantamientos en el lago, acerca de como a cierta hora en el lago aparecen criaturas de muchos colores. Y es que a ella también se le aparecieron. Me dice que mientras remaba en el lago, se apareció un sapo de color fosforescente. Luego fueron dos, luego tres y así a su alrededor la rodeaban sapos de todos los colores. Ella recordó que no debía mirar al agua y continuar su camino.

¿Pero no crees que muchas de estas historias se las cuentan a los niños para que se porten bien y no hagan cosas peligrosas? Le pregunto yo, niña de la capital. La que ha escuchado historias de duendes pero no cree en ellos. La que sabe algo de sociología y como funcionan estos cuentos.

-No, porque pasan en verdad. Yo lo he visto.

Y le empiezo a creer.

Me cuenta muchas historias, pero entre ellas hay dos que me llaman la atención, quizás porque de una extraña manera me sentí identificada con ellas.

Un grupo de músicos debía viajar a un pueblo cercano para tocar en una boda. El viaje era de un par de días de caminar al lado de la pista esperando a un buen samaritano que estuviera dispuesto a darles un aventón. Según Lucy en la noche es donde salen todos los encantamientos y eso fue exactamente lo que pasó con este grupo de músicos. Uno de ellos, digamos que el que tocaba el harpa, ya que es el instrumento más pesado, se quedó atrás. Mientras retomaba el camino, pudo ver a sus colegas mientras que entraban por unas puertas en donde se oía la voz de mucha gente.

Supuse que en este momento el musico se sintió desconcertado, no solo había una puerta extraña, sino que sus amigos lo estaban abandonando. Corrió lo más veloz que pudo, sin embargo la puerta se cerró. Al día siguiente, un caminante lo encontró tocando una gran piedra en desesperación y pidiendo que le abrieran.

La historia dice que los caminantes que pasan por este lugar aún pueden escuchar música proveniente de una lejana piedra.

Y eso me hizo pensar. ¿En qué momento nos volvimos tan dependientes de las personas?

Ese pobre músico se salvó de ser llevado al debajo de la tierra (como luego me explico Lucy) y sin embargo, estuvo tocando la puerta toda la noche para que lo dejaran entrar. Es que estamos tan solos que preferimos morir juntos que quedarnos sin colegas músicos.

Y es que tal vez valoramos demasiado las amistades. No es que no crea en ellas, sino que simplemente hay algunas de las cuales me arrepiento.

Yo creo que en el momento en el que uno se da cuenta de que se pasa el día llamando a una amiga para hacer algo, sin considerar el hecho de que ella es una persona normal y tiene otros amigos (tal vez no como yo) es que comienzas a reconsiderar las amistades.

No es que sea mi caso. Yo aprecio mi soledad. Es más la valoro más que el resto. Y es que siempre me pareció extraño como una mujer no puede ir sola al baño.

A mi me gustan las caminatas solitarias. Las leídas de libros al aire libre. Las películas sin distracciones. La música sin críticas.

Y tal vez sea como el harpista solitario. Es muy probable que me moleste de que mis amigos se hayan ido a algún sitio y me hayan dejado. Pero considerándolo bien, nunca me gustó jugar a "Simón dice".

Ah, por si se preguntaban acerca de la otra historia, ese será otro cuento que contar. Ultimamente se me agotan las ideas.

I.


lunes, 23 de noviembre de 2009

Il Postino


Me gustan las fotografías antiguas. Lo melancólico del blanco y negro. Los vestidos floreados, los aires barrocos, las alusiones a Audrey Hepburn, las miradas al vacío. Los momentos y sentimientos congelados.

Mi nonna tiene muchas fotografías. Están sueltas y desordenadas porque según ella cuando eramos niñas, mis hermanas y yo solíamos jugar con ellas. Así que he decidido ayudar a ordenarlas y así de paso aventurarme en una suma de interrogantes que doy por hecho que mi abuela sabrá
responder.

Veo una foto de mi papá, a quien todos dicen que me parezco. La veo desde distintos ángulos, tratando de encontrar el parecido. Tal vez, si cierro los ojos un poco.

Mi abuela me encuentra y con un movimiento ágil, el cual me sorprende ya que últimamente anda mal de la cadera, lográ capturar la fotografía de entre mis manos. Yo me contento porque sé que me contará alguna anecdota "de los buenos tiempos".

Ve atentamente a mi padre en al fotografía y pienso que trata recordar el día. Trata de recordar la juventud marchita de mi padre y con eso, la suya. Me mira con ojos cómplices y me cuenta que mi papá de joven era muy guapo.

Yo no sé si quiero seguir escuchando esto. Mi papá es mi papá, nunca fue joven, ni guapo. Fue simplemente y siempre será para mí mi papá.

Sin acertar mi mirada, mi nonna me comienza a contar acerca de una enamorada que tuvo mi padre a mi edad. Me dice que no recuerda el nombre, aunque no le creo, pero sí un acontecimiento muy particular:

-"Lei era matta"
Me dice con ojos saltones (y yo pienso que mi abuela también esta un poco loca).

Y así empieza su historia. Según ella, un día cualquiera (como le gusta referirse a los días), la madre de la chica de quien no recuerda el nombre, y yo no insisto, llamó a la casa. Necesitaba hablar con mi abuela. Ella accedió y fue a visitarla.

Me cuenta que era una casa bonita en San Isidro y que tal vez siga existiendo. Al llegar a esta casa la llevaron a un cuarto donde yacía morena y de pelo largo despeinado la chica de quién nombre nunca supe.

La chica no habló. Sin embargo apenas vió a mi abuela, tomó lapiz y papel y escribió con letra menuda y desprolija:

"Hace ocho años que no voy al baño"

Este mensaje y el hecho que luego de unos minutos descubrió que el tío de la morena se había suicidado, fueron motivo suficiente para prohibir a mi padre de seguir viéndola.

Es más, fueron incontables las veces que mi nonna persiguió a mi papá en su carro para asegurarse de que no se acercara a la casa de la morena. De ser así, saldría corriendo del carro a gritarle. (y eso me hizo acordar cuando mi papá, en sus mejores piyamas, entraba a las fiestas en mi busqueda).

¿Mencioné que mi abuela esta un poco loca?

Mientras me cuenta sus reacciones y otro detalles de esta hasta entonces desconocida crónica, a mi se me hace imposible imaginar a mi papá con otra mujer que no sea mi madre.

Así que decido indagar más fotografías. Adentrarme en el pasado. Ser un exploradora, encontrar el tesoro prohibido, el momento en el que a mi papá se le empezó a caer el pelo. Y rió por dentro.

Y lo encuentro. Ese tesoro. O al menos creo hacerlo.

Es una fotografía de mi nonno llevándose un vaso a la boca en un lugar extranjero.

"Una foto común" pensé.

Hasta que le doy vuelta y vi que había una leyenda, una nota escrita a mano, en letra cursiva, esa letra que reconozco perfectamente en las navidades cuando recibo un sobre con dinero.

Y aunque la memoria me falla a pesar de mi corta edad, recuerdo muy bien lo que decía:

"Mi Querida. No te asustes. Desde tu partida no me he perdido ni en la bebida ni en el cigarrillo ni en el juego. Lo que tomo en la fotografía es una simple naranjada. Te tengo en mis pensamientos siempre y espero que mi llegada al Perú siga siendo de tu agrado.

Besos y abrazos. Carlo."

"Conociste al nonno en un cine no?" pregunto con aire de adolescente enamorada.

Y mi nonna comprende. Me ha contado la historia infinitas veces, pero yo quiero escucharla de nuevo.

Me relata que en una función a la cual había atendido con una amiga, unos chicos que se sentaron detrás de ellas comenzaron a molestarlas.

"Yo volteé para decirle que dejara de ser tan pesado, y así paso pues" Me dice subiendo los hombros como sorprendiéndose al recordar el pasado.

Y aunque no quiera ser romántica, el pensamiento no deja de acosar mi mente. Solo bastó una mirada para enamorarse.

Solo bastó una mirada para que él dejara su vida en un país lejano y viniera al Perú en su busqueda.

Solo basto una mirada para que extrañamente yo estuviera aquí, escribiendo estas líneas.

Mi abuelo llega y yo escondo la fotografía. No se porque lo hago. Supongo que no quiero avergonzarlo.

Luego voy a ver televisión con él. Hoy juega la "Juve".

lunes, 12 de octubre de 2009

Y yo la quiero

La llamo. Una, dos, tres veces. No contesta. Debe estar durmiendo. Siempre está durmiendo. No se si es porque esta cansada o porque quiere olvidar. Y eso me preocupa. Tengo miedo de que no quiera despertar. Y debo decir que llamo sin ganas, por obligación. Me obligo a escuchar su voz.


Porque la verdad es que la quiero, aunque no se lo diga.


Lo extraño es que le digo la verdad. Siempre le digo la verdad. Todo menos eso. Menos lo que me importa. Le digo la verdad acerca de sus acciones, sus locuras, sus ataques, sus obsesiones, alti-bajos.


Se lo digo y ella calla. Porque sabe que es verdad, pero quiere negarlo.


Y luego me arrepiento. No quiero herirla. Al contario. Yo la quiero. Quiero lo mejor para ella. Quiero lo mejor para mi: escuchar buenas noticias. Alegrarme y no enojarme.


¿Por qué en toda acción hay un acto de egoismo, incluso en el más altruista?


Y es que de ser necesario, mataría por ella. Y no solo porque se que ella haría lo mismo. Sino porque salvarla a ella es salvarme a mi. Aunque no estemos de acuerdo siempre.


Y eso es lo bonito. Lo diferente. Lo diferente que entre nosotras se vuelve en igual.


Porque la quiero, y mucho. Porque la quiero y escuchar su voz me recuerda que aun hay lazos que me atan a la tierra, lazos que me mantienen centrada. Que me hacen saber que no soy una isla.


Nuestras palabras no son necesarias. Muchas veces andamos calladas. Y eso está bien.


¿Es eso conformidad? ¿Aburrimiento? No, no creo que lo sea.


Para mí es unidad. Para mí es saber que hay alguien con la cual no necesito palabras, que estas están sobrevaloradas.


Y todo es un proyecto. Ella era mi proyecto. Mi manera de sentirme útil, de hacer como testigo de Jehová y llevarla por el "buena camino". Yo quería garantizarle que la existencia en la tierra, aunque a veces dolorosa, es el mejor regalo. Que no se diera por vencida.


Curioso es que la que cambió fui yo. Gracias a ella. Y me gusta pensar que ella también. Aunque sea un poquito. Gracias a mi.


Y la quiero. La quiero cuando me hace reír y cuando me hace llorar. Y quiero regalarle mis lágrimas cuando a ella se le acaben. La quiero aunque a veces la odio.


Creo que este sentimiento es porque ella sueña. Porque sueña con algo mejor y me lleva a sus fantasías, que se convierten en las mías, en las nuestras.


Y yo sueño. Y soñamos en mudarnos de acá, en ser famosas, en escribir toda la vida, con enamorarnos. Soñamos con enamorarnos.


En ser las mejores amigas.


En eso sueño yo, y ya lo empiezo a creer.



I.

domingo, 11 de octubre de 2009

Ayunas

Cuarto 228 a la derecha. Una mujer perdió su juventud. Cuando abrió los ojos no pudo más. Su existencia no era de existir, su aliento no lo podía sentir.
Llegó a la tierra en guerra, salvada dos veces por las ganas de una mañana cuando jugaba con el aire. Cuando permanecía inocente. Cuando la vida era buena.
El doctor dice que no hay nada por hacer. Solo el tiempo lo dirá.
Se escucha un llanto lejano. No de pena, sino de furia. Un viejo hombre con la vida en la espalda. Se quita un peso de encima. Lo están relevando de su trabajo.
Pero lo único que conocía en la vida eran los ojos azules. Dos ojos azules que lo miraran a través del mostrador de un cine alessandrino.
Vieja épocas en las que su papá no los dejaba verse. Extraños tiempos en que el cuerpo no podía moverse.
Ella siempre quiso ser cantante. Él era un fabricante, de sueños de tranvía en el cual su primo trabajaba.
Ojos azules no llores, vendré por ti. 30 días refugiado en un barco en altamar.
No vale llorar si no vas a la guerra. No seas una niña pataletuda.
I.

Escorias del escusado



Antes de que fueramos algo, hubo una gran espacio.


Gatito ya no me escucha cuando hablo. Asiente con la cabeza, pero sé que él ya no está ahí.

Lo conocí un día sin querer. Esos días en que la ropa se te pega a la piel. Esos días en que no quieres ver a nadie, pero todos te miran a ti. Esos días en que deseas que sean otro día.


A veces me pregunto si gatito tuvo una infancia feliz. Nunca me enseño fotos de niño. Tal vez nunca fue niño. El nació grande. Nació triste. transeunte. Aboyado.


En un comienzo lo nuestro fue puramente físico. Una atracción de polos. Dos imanes que se unen. Una reacción química. Un deseo escondido.


Pero Gatito no se conformó con eso. Y se puso malo. Salía todas las noches. No llamaba. Y yo aprendí a dejar de buscarlo. A que al día siguiente estaría a mi lado. Listo para que lo engría.


Ahora no lo veo salvo los domingos cuando me lo cruzo en la misa matutina. El sermón del padre se mezcla entre olores de incienso y el cigarillo que mi padre acababa de fumar. Y eso me hace pensar en él. Y se que él piensa en mí.


Aunque ninguno quiera hacerlo nuevamente.


Gatito ya no me habla.


Antes me insultaba y eso me hacía feliz. Porque sabñia que me quería. Que le importaba. Que se ponía feo, porque en realidad era bonito. Lo nuestro era bonito.


Lo veo. Tiene los ojos cerrados.


Si tan solo entrara al baño. Ese es nuestro lugar favorito. Nuestra guarida. Nuestro confesionario. Donde fuimos los mismos y a la vez tan distintos.


A gatito le gustaba verme mientras me afeitaba las piernas. A mi solo me gustaba que me viera. Que me viera en verdad.


Gatito ya no me habla.


Creo que ya es feliz.
I.

La Cosa Nostra

Me gustan las sorpresas. Lo inevitable. Lo impredecible. Siento que es lo único verdadero. Va con mi estilo adoptado hace poco de "seguir con la corriente". Aunque a veces la marea sube y ahi si que me encuentro en problemas.


-" ¿Me dás tu telefono?"

Me dice con un acento argentino, a pesar de que es italiano.

Lo he conocido en una reunión. En esas reuniones donde no esperas nada. En esas reuniones en las que ves a todas tus amigas que ( Oh sorpresa) tienen enamorado.

Pero todo pasa piola. ¿Por qué?

Porque has decidido que la soltería es lo mejor para tí, que no necesitas amarrarte a nada ni a nadie. Claro que luego de una ronda de tragos tu cosmovisión va cambiando.

Conozco amigas que nunca han estado solas. Literalmente. No pueden ni ir al baño solas. Pasaban de un enamorado a otro como cambiarse de ropa.

¿Qué facil no?

Ahora claro no pondré en cuestión la capacidad intelectual de cada sujeto. Eso sería un tema de monografía.

Yo, muchas veces (en realidad todas las veces) ni me molestaba en conversar con ellos. Yo bien culta e intelectual como me creía (si es que aún no sigue siendo asi) no me juntaba con esa clase d gente. Claro que a la hora de la verdad, ellas tenía pareja para las fiestas, mientras que yo me sentaba a esperar que algún soltero se apiade de mí.

Lo que me hace regresar al italiano y la reunión (que es sorpresa). Me entretengo trantando de pulir el poco italiano que se, herencia de mis abuelos. Supongo que él está siendo buena gente (en un comienzo). No me corrige y sigue con el juego.

Luego me dí cuenta que la conversación no era su fuerte.

Y bueno, ustedes son bastante imaginativos y pueden recrear el resto ¿no?

Ah! Me olvidaba. La pedida del teléfono. Me lo pidió con un tono sincero. Yo no le creí.

¿Para qué pedirme mi número?

Con las justas sabía mi nombre (el cual pronunciaba mal) y su estadía era temporal. Entonces, ¿Para qué tomarse la molestia?

Pensé decirle: "Dejemoslo así. Como algo de una noche. ALgo divertido. Una anecdota para contar con los amigos. Algo libre de sentimientos

Desafortunadamente soy débil y cai ante su sonrisa.

Después pense: ¿Cuántos números habrá pedido en su vida? ¿Cuáles son las verdaderas intenciones? ¿Qué es esa acción en realidad? ¿Un trofeo de conquista? ¿Un trato cancelado? ¿Un plan B por si el plan A sale mal?

Decidí concluir que es una acto de puro machismo (en el cuál yo soy parte culpable). Un acto de egoísmo. Y es que mientras él se va triunfante, yo espero su llamada.

Una llamada que sé que no va a llegar.

Y es que la pura verdad nos muestra que nos engañamos. Que nos gusta engañarnos Pensar que llamará. Que nos reuniremos y descubriremos todas las cosas que tenemos en común. Él se mudará a Perú o yo iré al país con forma de bota. Me presentará a su familia. Y yo a la mía.

Y asi sí. Asi es bonito. Así le gusta a todo el mundo. El cuento de hadas moderno. La historia para contar a los nietos.

Todo esto porque en el fondo buscamos lo mismo, queramos negarlo o no: BUSCAMOS ENAMORARNOS.

Y no. Aún no ha llamado. Pero yo espero al fin de semana.

Nadie nunca me dijo que soñar fuese algo malo.


I.

martes, 15 de septiembre de 2009

A otra cosa mariposa


No me gusta la hipocresía. Mentirle a alguien para caer bien. Hablar a las espaldas de quien fácilmente podría ser tu mejor amiga. Es algo que no soporto. Por eso te diré siempre las cosas a la cara. O haré el mejor intento.

¿Eres gay?
Me preguntó con ojos pre juiciosos.

Así como en las películas, donde la acción se transporta a cámara lenta. Toda la atención en mí. Incluso se logra percibir el cantar de los grillos. Un balde de agua fría cayó sobre mi, o tal vez fue la inusual lluvia de una noche limeña.

Oe, ya deja de jileartela pues.

No hay respuesta que atraviese mis cuerdas vocales y sea expulsada por mi boca. Me han noqueado en el primer round.

¿Por qué pensaría que soy homosexual?

Estoy arreglada (porque la variedad es buena). Vestido chiquito. Tacos muy altos. Demasiado

Mañana me dolerán los pies. Es en lo único que puedo pensar.

No se si me halaga que una mujer me encuentre atractiva. Nunca me había sucedido y la verdad es que tampoco había pensado en la posibilidad. La verdad es que suficiente tengo en pensar de qué forma atraer al sexo opuesto como para preocuparme por mi mismo sexo.

Sexo.

Eso es lo que necesito desde hace un buen tiempo. Y quizás eso fue lo que me llevó a conversar con ella a pesar de que nuestra amiga en común me había "advertido" de que a su amiga no le interesaba mucho conversar.

Y la verdad es que aquella mujer fue mi conejillo de indias.

De pronto entre mis cuatros vasos de trago y la urgencia por alivianar mi vejiga (incluso la dejé, es más, la obligué a entrar al baño conmigo) me di cuenta que me encontraba en pleno arte de seducción con una mujer, la cual no dejaba de rellenarme el vaso de algún alcohol que ya no recuerdo. Que ironía.

Me ofreció dejarme en mi casa. Fue en ese momento en el cual sentí algo que no había experimentado antes: Paranoia. Eso y bueno el hecho que estuve considerando largo rato el besarla.

Poco me duró la sensación ya que su cara se transformó en la de mi madre, decepcionada, gritando a los cielos porque Dios la había castigado de esa manera.

Solo mi madre es capaz de mencionar a Dios cada vez que puede. Sea necesario o no.

Cuando logré olvidar a mi mamá y eliminarla del encuadre, entré en razón de mi ubicación. Estaba en un evento de la "alta sociedad". Con las lenguas más sucias del país (y eso es en todos los sentidos).

Hacer algo de lo que me podría arrepentir no era bueno allí, sobre todo si es que quería continuar una vida sin miradas discriminadoras y comentarios a mis espaldas.

Pero el trago puede más que el autocontrol. Quise besarla nuevamente. Y no en el sentido bonito. Sino en el carnal.

¿He dicho que me falta sexo? Y lo sé, suelo repetirlo muchas veces.

Por si se preguntan, no lo hice. No la besé. Tal vez haya sido porque me la imaginé con barba y con pene o quizás el simple hecho de que quiera o no, me gustan los hombres.

Ahora nuestra amiga en común quiere emparejarnos. Que vayamos todos a Barranco. Yo solo quiero hacer la del avestruz y meter mi cabeza en un gran hoyo.

Si algo aprendí esa noche es que solo pateo con un pie. Y si, el pisco te deja un gran dolor de cabeza al día siguiente.

lunes, 31 de agosto de 2009

Luego de la tormenta...


Querida Gorda arrepentida:

Me dispuse a ver fotos viejas en la computadora cuando me tope con este video. Tenías el pelo largo y acababas de ingresar a la universidad. Fue en tu santo. Con un par de amigas imitaron a los famosos hermanos Hanson, entre risas y huevadas. Esa época siempre fueron risas y huevadas. Como las carreras de carritos de compras en wong, y las inmediatas huidas luego de caer al piso y de paso hacer caer una torre de papel higénico. Lo recuerdo bien.


¿Qué paso con esas épocas? ¿Donde quedó nuestra feliz ignorancia?


Ya no nos vemos. Tú con tus rodeos y yo con mis esquivos. Siempre traté de esquivarte de alguna forma. Nunca pude hacerlo. Somos como el aceite y el vinagre: Se repelan, pero van bien juntos. Tú probablemente te estes riendo de esta frase. Yo y mis frases.


Supongo que eso lo heredé de la abuela. Tú heredaste sus ojos y su bondad. Yo heredé sus frases. "Piano, piano si va lontano" ja. ja. ja. Pero nosotras siempre quisimos hacerlo todo a la apurada. Nunca le dimos tiempo al tiempo. Y ahora es cuando más lo necesitamos. O al menos siento que tú lo necesitas más que yo.


Tú Alessandra. Tú que estás fuera en la realidad. Yo que sigo atrapada en tu cabeza. Donde me conociste y donde me quedaré hasta volver a nuestro planeta. Tú que vives. Yo que sueño. Tú que me das vida y yo la que de vez en cuando no la merezco. De vez en cuando no la quiero, pero irresistiblemente la necesito.


De repente pensé que no hay apuro. Que si lo trascendental ha de llegar y aún no estas lista, pues que te espere. Que si piensas si es que alguien te recordará, no te hagas tantos líos en tu alborotada cabeza. Yo siempre te recordaré y me encargaré de nunca olvidarme de tus ojos, esos que heredaste de la abuela, de tus malos días, cuando no querías salir de la cama, de tu espontaneidad, de tus dolores de cabeza que se transformaron en los mios, de tu preocupación por los demás, de tu canto a las hadas, de tus andanzas por otro universo, por uno que quieres que todos conoscan pero pocos entienden. No todos nos entienden. Eso está bien. Eso es bueno. Bonito.


Alessandra. Siempre quedarán estas imágenes y el hecho que probablemente a una u otra persona le resuene el nombre de tu apodo, como un buen chiste que lo hemos olvidado pero sabemos que nos hizo reir.


Por el momento el saber que un par de amigas y una cámara pueden ser la solución al sobrepeso es tu mejor solución en tu tránsito por la tierra. Y claro, un mundo de fans imaginarios no le hace mal a nadie y menos a ti niña fantasiosa.


Nunca me olvides ¿ya? Tú me creaste y la verdad es que por más libertad que quiera tener, tengo miedo del mundo. Del hombre cruel que lo habita.


¿Puedo continuar viviendo en tu cabeza no?


Yá no llores. No te ves bonita cuando lo haces. Ni menos cuando te ves en el espejo en un intento por saber quien es esa persona. Quién eres. Quién vas a ser.

Recuerda: No hay vidas mal vividas, solo malos espectadores.



Saludos a la abuela,


Isidora

Sala de tortura


No me gusta dormir con las cortinas cerradas. Me tapan la vista de los árboles del parque y las estrellas que bailan en sus copas. Si escucho un buho se que la fiesta nocturna recién ha comenzado. Lastima que yo tenga que ir a dormir.

"¿Hay pacientes?"

"Alessandrita!, mmm....sí, tres" mientras pone cara de perro arrepentido o más bien de condolencia porque esta vez me va a tocar esperar por lo menos media hora. Asi me las paso los martes y viernes en el nutricionista.

Ubicado en una zona exclusiva de San Isidro mi plata, o más bien la de mi padre, se ve esfumada cada semana cuando le pregunto si es que tiene dinero para pagar el doctor. (En la gran espera de que abra su billetera y encontrar un par de billetes y no la simbólica polilla que sale volando en señal de pobreza).

Vengo al doctor desde que tenía 10 años y siempre me impresiona ver como el tiempo se congela en este lugar. Los mismos sillones, de cuerina, marrones, grandes que hacían que mis pies colgarán en el aire al sentarme en ellos. El mismo televisor empotrado contra la pared, malogrado como siempre o mostrando la gran novela matutina de algun canal nacional. La misma secretaria, Yesenia. Ella me ha visto crecer y sin embargo solo se su nombre.

Mi doctor Daniel es como mi psicologo. Presenciaba o más bien aguantaba las infinitas peleas con mi madre cuando no bajaba de peso y a ella le entraba una gran frutración (o más bien una gran ira al tirar varios dolares por el escusado).

"A ver quien te paga el doctor ahora"- Esa sería una típica respuesta suya.

Pero cuando el resultado era positivo, es decir, había logrado librarme de un par de kilitos Daniel y yo hablaríamos de todo, siempre y cuando mi madre no estuviera presente.

Cualquier persona que siga una dieta te dira que solo hay cuatro palabras que nadie quiere escuchar: "Has subido de peso". Esas cuatro palabras podrán hacer que hasta un hombre bien masculino se cague en sus pantalones. Y es que no solo escuchamos estas palabras de la secretaria del doctor (que de paso también toma tu peso) sino que vienen en un combo con la cara de desaprobación de la persona que te las dice y de tu parte, la cara de verguenza subita.

Y eso siempre me hace pensar: ¿Por qué nos torturamos de esta manera?

Muchas veces salimos del doctor con una menor autoestima que con la que llegamos y claro es lógico pensar en que la razón de tu subida de peso radica en la fiesta o fiestas que atendimos en el fin de semana en las cuales no solo tomamos cerveza (porque de alguna forma pensamos que es diuretica), sino que disfrutamos de tequeños, sanguchitos y dulces con el sincero pensamiento que acompaña todo sabado por la noche:

"Mañana solo como fruta"

El problema es que el domingo es el lonche de tu tía abuela y como no vas a comer torta, si es de chocolate, como te gusta, si la compraron especialmente para ti. Caballero, uno no puede rechazar los deseos de su tía abuela.

Así que ese medio kilo de más tiene una perfecta justificación o más bien razón. Sin embargo siempre terminamos mitiendole al doctor (como en confesión), jurádole solo haber comido un pedacito de torta y que no pueder ser que eso te haya engordado medio kilo. Claro que el ser mujer siempre sale al juego como un comodín, ya que Daniel "supone" de que estas hinchada y una responde que está con ansias porque pronto le vendrá la regla. Asunto resuelto.

Y que se va a hacer, ahora me toca a mi justificar mi subida de peso con el rabo entre las piernas. A lo hecho pecho. La próxima semana será otra historia.

martes, 25 de agosto de 2009

6 de la tarde

Me gusta rodar por los montes de pasto, olerlo recién cortado, tenerlo en mi cuerpo. La picazón que produce. Me recuerda a mi primer día en el campo o más bien el que siempre imaginé, porque nunca he salido de la ciudad.

Dicen que caminar es terapéutico, que limpia el alma. Lo que se les olvido comentar es que también contamina los pulmones, sobre todo en nuesta sobrecontaminada ciudad. Pero si me siento en una banca con un libro empastado (que una amigo me obligó a leer porque según él uno de los personajes es mi viva imagen, yo aun no lo encuentro), azul oscuro con letras doradas, supongo que todo cambia.

Hoy hay un espectaculo de parapentes en el cielo que distraen mi lectura. Los hay de todo color pero solo me interesa uno: el que se aleja en el horizonte. ¿No será demasiada soledad para soportar la del aire? Supongo que por eso es que siempre terminan aterrizando, la gravedad siempre los introduce nuevamente a la realidad, hacia los verdaderos problemas.


Y es que nunca me pareció justo. ¿Qué pasó con el volador solitario? Supongo que ahora prefiere quedarse en casa y juegar en el computador hasta pasada la medianoche. Todo esto porque nos es prohibido estar solos, o al menos estar solos en público. Lo único que logramos es una generación de hermitaños adictos al internet y al porno. Supongo que los días maravillosos de los cuales se jactaban algunos quedaron en el pasado.

En cuanto a mí, mi estadia en la tierra me ha enseñado que el homre es excesicamene egocentrico, altamente narcisista, sumamente masoquista y en proyecto de ser una buena persona, o al menos ser alguien. Qué se va a hacer. Nunca estamos satisfechos con lo que somos, por eso mañana mismo me pintaré el pelo rubio.

jueves, 20 de agosto de 2009

Una humilde observación con tono de ligera protesta


Si hay algo de lo que tengo un mínimo “conocimiento” es acerca de la música. Viviendo en una realidad donde el internet hace que el acceso a la música, a videos y a todo lo relacionado con el entretenimiento este a “dos clics de un mouse” de alcance, es más fácil saber de memoria la letra de la nueva canción del grupo que esté de moda o que cantante sale con cual modelo, que porque en la selva hay una huelga.

Otro hecho es que como estudiante de diecinueve años, al menos la mitad de mi día me la pase escuchando música sea en un carro, en la combi, en el taxi o en las horas entre clases. Tengo que admitirlo, no soy disimulada en el hecho de que me guste escuchar música, es mas mis audífonos son escandalosamente grandes.

Últimamente cuando alguien me preguntaba porque es que escuchaba música todo el tiempo (esto si es que lograban que los escuchara a través de los audífonos o si me obligaba a quitármelos), mi respuesta inmediata era “para no tener que escuchar las estupideces que dice la gente”, mirando a la persona con un aire de superioridad que dejara en claro mi objetivo. Pero siempre me quedaba esa duda… ¿porque no involucrarme en un comportamiento social universitario y conversar con la gente en vez de escuchar música que habla sobre hechos que sucedían antes de que yo naciera?

Sera tal vez porque lo que dicen muchas de esas canciones es por lo que han luchado en su propia manera miles en el día a día, una verdadera identidad de nación. Pero pensándolo bien, esta idea no funciona en nuestra querida lima, donde uno solo necesita pararse en cualquier semáforo de la ciudad, o estar varada en el tráfico para ver el cariño que se tienen los peruanos.

Tal vez esté hablando, y que me disculpe el sabio intérprete de canciones, de expresar una realidad que no busque un cambio inmediato ni un levantamiento de masas, sino un giro de mentalidad, una buena cachetada hacia la realidad. “si no creyera en quien me escucha….sino creyera en lo que lucha” como lo pone Silvio Rodríguez, no se trata de en intentar un cambio, empezando en el cambio personal, si es que no se cree en el.

Nos identificamos con los distintos tipos de música, porque hayamos en ella lo que no muchas veces no podemos hallar en nosotros ni en los demás: la confianza ni las ganas de decir las cosas como son, sin temer las repercusiones. Y es que al parecer el miedo al “que dirán” ha sido institucionalizado en los jóvenes, pequeña y al mismo tiempo inmensa herencia de las generaciones mayores.

Para concluir esta humilde observación, soy fiel creyente en las palabras de los Beatles, “si hablamos de destrucción, me puedes dejar de lado”, lo único que necesitamos es amor para una verdadera revolución: la de nuestra mentalidad.

La turca / Corredor de Hotel

Esta no es una petición para hablar.
Mis palabras se vuelven un vacio cuando me tumbas con tu silencio
tal vez dormir sea tu excusa, pero hoy el mundo esta despierto
Y yo creo ser paciente.
Mi canto es mudo ante tus oidos sordos

Ya me canse de tu tierna locura
No trates de hacerle justicia a tu vida cuando somos simples piezas
de un juego que no controlamos.
Ni tu ni yo ganamos
Pero alguien tiene que escucharnos.

Esta no es una disculpa escrita
Cuano la mala noche esta helada
Sus hijos no salen sonriendo

Y si se te requiebra el alma cuando tiempo tuviste para juntar los pedazos
Decidiste ir a otro regazo, a otros labios que te dijeron lo que quisiste sentir
A otros ojos que te escribieron una mejor historia

Te sientes sola esta noche? El telefono ya no suena como antes
Nunca me canse de esperarte pero el viento se llevo tu aire
Te aprecio porque me hiciste aprender que aprender que llorar cuando duele no esta mal

Esta no es una carta de despedida.
Seguimos siendo un juego, pero en este
A mi ya me dejaron de utilizar.

Confesiones de una gorda arrepentida

¿Por qué la niña rie en vez de llorar? ¿Porque ya se le secaron las lágrimas?

Hoy día no se que escribir, tengo mejor vista que otras veces y al menos siento menos angustia, pero ya no se. No se que quieres que diga y no se porque cada cosa que hago siempre tiene el próposito de que alguien me mire, o mejor dicho, que me admire. Que diga que chica mas interesante, que bonita. Pero, aunque rara vez pueda pensar eso, la frase siempre vendrá (o al menos siempre viene) del acostumbrado “si tan solo bajara un poco de peso”.

¿Pero si soy feliz por dentro? No quiere decir esto que mi cuerpo debería representar esa felicidad? Y si la representa, tal vez eso signifique que soy feliz pesando lo que pese y siendo como soy. Si tan solo existiera un mundo asi. Si tan solo en este mundo se envidiara a las gordas y no a las flacas.

Por eso es que cada vez más me aseguro que no soy de este tiempo, de esta época, de este mundo. Debí haber nacido en otro. En un tiempo donde tendría a los hombres a mis pies, o al menos uno que otro que me persiguiera o gritara algo grosero por la calle. Yo me sentiría bien, porque se que no es un insulto, sino un alago a mi redondez, porque las gordas son lindas, porque las flacas están enfermas. Y ya nadie las quiere.

¿Quién eres? Nadie, soy solo un fragmente de la existencia en si, pero me gustaría pensar que para alguna persona soy alguien y tal vez un elemento importante en su existencia. Dejo que los acontecimientos fluyan y que las cosas que tengan que pasar pasen, claro, porque no tengo otra alternativa. Porque si el destino ya ha escrito mi historia, entonces soy impotente al cambio.

¿Uno crea su propio destino? O se trata del Karma, es verdad eso que dicen: What goes around comes around? No se, y no se si me gustaría saber, porque tal vez asi se pierda el encanto de toda mi vida. Sin duda yo creo que no puede existir una vida sin el elemento sorpresa, sin ello, una vida es demasiado aburrida o quizás efímera sea la palabra mas adecuada.

A veces me pregunto si lograré salir de lo trivial para llegar a lo esencial. Tener una fuerte dosis de desahuevo. También me gustaría dejar de tener una imaginación tan grande, no soñar en el día, ni imaginar ecenarios, que aunque me duela decirlo y no quiera creerlo, es muy probable que nunca ocurran. Me gusta pensar que solo lo imagino como una forma que tiene mi subconciente de permanecer puro, de permanecer ingenuo, que me lo creo porque en el fondo se que la fantasía siempre superara a la realidad, o al menos mi realidad: la de una gordita en un mundo de pantalones demasiado apretados.

¿Alguien me recordará? ¿Mi vida valdrá la pena ser contada por alguien? O solo estoy viviendo un engaño y la vida verdaderamente comienza luego de la muerte. Entonces será fácil cerrar los ojos y no abrirlos nuevamente. Nunca me han gustado los eufemismos, el decir “se ha ido” o la mejor de todas “ya no está con nosotros” siempre con el tono egoísta de pensar que “con nosotros” es el mejor lugar en donde estar. Malditas normas sociales. Ni en la muerte nos dejan tranquilos. Por eso se que a donde vaya, no habrá un nosotros, tal vez un tu y yo, pero nunca nosotros. Nunca nosotros.

Y si la sociedad sigue así, no me sorprenderá ver como el suicidio se vuelve un hobbie, o se pone de moda. La gente ya no querrá esperar a morirse a su debido tiempo. Lo triste es que ya no se si eso esta mal o esta bien. Para empezar, ¿Quién creo las leyes morales? Probablemente un cobarde que le tenía miedo a la muerte. Y aun no he tenido la muerte de una persona cercana. Claro que esta Berta, pero ella si luchó por su vida, sin embargo el destino haciendo de sus jugarretas tenía marcado el dia y la hora en que su corazón dejaría de latir…a las 10 pm en el día de mi cumpleaños numero 15. “Nunca me olvidaré de el día de tu santo” fueron las palabras de mi padrino, pero sin embargo no le fue muy difícil olvidarse de Berta. Claro que fiel a su palabra, recibo un regalo todos los años por mi santo, y lo abro a las 10 de la noche, para que Berta lo abra conmigo, mientras que mi padrino la pasa con una señora de pelo descolorido y una operación en la nariz. Pero no lo juzgo, y lo quiero como siempre lo quise, con o sin Berta. Será porque en mis años de vida he aprendido que el ser humano no puede vivir solo, pero como es que yo he estado solo por todo este tiempo?

Finalmente, hagas lo que hagas, peses lo que pese, mates a quien mates, estes sola o acompañada, digas eufemismos o digas la verdad, tengas una risa sincera o una risa falsa siempre serás juzgado por cualquier persona y hasta a veces por las que menos esperabas.

Resolución del año: SEGUIR NO JUZGANDO A LAS PERSONAS Y BAJAR DE PESO (PORQUE FINALMENTE NO NACÍ EN OTRA ÉPOCA SINO EN ESTA).

La Rutina del Amor

Cuando uno necesita despejar la mente, no hay mejor manera que hacerlo durante una larga caminata. O al menos eso creo yo. Esta vez mi travesía se vio interferida por el hecho de que ocho lecturas me esperaban pacientemente en mi escritorio, con una nota: “leer para el control de lectura del lunes”. Era viernes. Sin embargo, no dejándome sucumbir ante la presión, me arme de valentía y sali a caminar buscando una banca donde estacionarme y comenzar a leer.

Me encontraba en un parque Miraflorino con una lectura en mano y resaltador en la otra, cuando tratando de disimular mi desinterés acerca de porque se habla del Perú como una “república sin cuidadanos”, no pude evitar ver pasar a una pareja de “adultos mayores” (si ese es el eufemismo correcto) que pasaban a mi lado.
Caminaban de la mano, ella mirando el mar y el prestando gran atención a dos niños que jugaban con sus York Shire Terriers o sus snourses miniaturas (porque ahora cuanto más chico sea el perro, mayor aire de grandeza puede tener su dueño). Su caminar no era lento, sino más bien pausado, como sabiendo su destino pero tratando de evitarlo, o hacer del paseo, uno inolvidable. Los protagonistas de mi historia, (a quienes decidí llamarlos Ignacio y Rosario) tomaron un merecido descanso en la banca de al lado. Fue cuando el encanto de esta pareja se desvaneció. No hablaron durante todo el tiempo que estuvieron sentados y cada uno miraba hacia un lado distinto. Parecía que en los años que llevaban casado todo lo necesario ya se había dicho y sin pensarlo ambos convirtieron sus vidas en una rutina. Pero al menos se tenían el uno al otro.

Los paseos diarios que les recomendó el doctor, además de brindarles una mejor salud; les recordaba que afuera aun existía un mundo que cambiaba constantemente. Los frutos de una nueva generación se encontraban jugando futbol o besándose bajo un árbol como también ellos lo hicieron de jóvenes. Se dieron cuenta (o tal vez solo fui yo al ver sus expresiones) que ambos eran solo espectadores de una función que estaba llegando a su fin. ¿Tendrían alguien que los recordara? ¿O era suficiente el amor que al pasar de los años tal vez seguía calentándolos en las frías noches de la capital? Termine de entender que su silencio era otra forma de comunicarse; que probablemente ya no necesitaran de palabras para expresarse. Todo lo que vivía uno, lo sentía el otro.
Una fuerte brisa nos agarro de golpe y mi descuido hacia mi próximo examen se hizo evidente cuando salieron mis hojas enrumbadas hacia mejor vida. A regañadientes, me agache y empecé a recogerlas, me sorprendió ver a Ignacio agacharse para recoger la ultima.

-“¿Estudiando?”
- “desafortunadamente” llegue a responder.

Su risa fue sincera, y me trajo una sonrisa a la cara. Me despedí de mis nuevos viejos amigos al mismo tiempo que la tarde se despidió de nosotros.

Esa misma noche llegue de sorpresa a la casa de mi abuela. Estaba metida en la cama con la bolsa de agua caliente en los pies. Le pedí que me contara una vez más como conoció al abuelo, sus ojos azules se iluminaron. Esa noche tuve el mejor de los sueños: me encontré sentada en la misma banca, aunque esta vez no era joven. Todo era diferente, y por primera vez me gusto lo que veía.

Una carta de la Liebre a la Tortuga

Mi querido Roedenbeck:

Empezaste con el cliché de todas las películas americanas: “No eres tú, soy yo”. Primer error. Siempre fuiste un portador de malas noticias. La noche anterior nos besamos, en realidad yo te bese, porque tu tienes miedo.

- ¿A qué? A todo-
Yo también tuve miedo alguna vez, es más tuve miedo en ese momento. Y ya ves, tuve un clavado olímpico…a una piscina vacía. La cabeza aun me da vueltas del golpe, pero supongo que las heridas de guerra son las que nos hacen personas, mientras dure la paz.
Alguna vez me dijiste que entré a tu vida para destruirla. Nunca fue mi intención, pero hay que aceptar que ambos nos las destruimos: yo por no pensar nunca las cosas y tu por pensar demasiado en todo. Enredé una soga en tu mente, esa que no te deja dormir tranquilo por las noches. Tal vez fui egoísta con mis sentimientos, pero no me arrepiento. Por primera vez en mi vida hice lo que sentí y no lo que la razón me dictaba. No me quedé callada, y no dejé que me utilizaran. ¿Por qué entonces me sentí tan usada?

Yo nunca quise nada serio…o quizás sí. Según tu, embarcarte en una aventura conmigo sería algo infinito. Yo pienso que las personas son efímeras, entran y salen de tu vida, y así lo quise contigo. ¿Por qué es que tu presencia nunca se va de mi lado? Cobarde tú y cobarde yo, por protegerte, por no hacerte sentir mal, por cargar tu cruz. Ahora sé que no creo en lo infinito, creo en el presente pero tú no crees en la felicidad. Quieres que sigamos siendo amigos, “los mejores amigos”. Yo solo veo una llama fugaz que se va desvaneciendo. ¿Puede revivir? Quizás, tal vez dejemos esa puerta abierta. Tú, por ahora concéntrate en tus estudios, te hace falta eso para arreglar aunque sea un poco del desorden de tu vida. Yo continúo con mi vida, pero sé que me sigues desde cerca. ¿Seguimos siendo una coproducción? Siempre, aunque siento que tendrás más éxito que yo. Decías que yo tenía una mente brillante, pero tú siempre fuiste el de las buenas respuestas, aunque nunca pudiste darme la más simple ¿sí o no?

-¿Morimos en la mañana verdad?-.

Este sentimiento muere lentamente, y es que siempre me acuerdo de ti. Querido Roedenbeck, depende de ti el ser feliz, esa es mi única petición. Yo lo soy, creo. En las mañanas grito en el carro, donde se que nadie me puede escuchar. ¿Pero eso es normal no? Tan normal como el hecho de que solo escucho a aquel pianista polaco que alguna vez adivinaste. Pienso que el volante es su piano, y cuando no tengo prisa estaciono el carro, hecho el asiento para atrás y subo el volumen. Bendita ignorancia. Estoy bien, no puedo quejarme de nada y tengo a alguien a mi lado. Tu encontrarás a alguien que te merezca porque eres bueno, aunque siempre te haya costado admitirlo. AH! Si te preguntabas por tu cajita, la llene de polvo de hadas y mi a nave para regresar a Melmak finalmente la arreglaron. Oye, ¿Sigues apegado al sueño? Una temporada de ravioles en la Toscana, en Agosto, esa es la mejor época.

Pd: ¿Cómo sigue tu vejiga?
Isidora.