Bienvenido a mi mente forastero!

Mis Blurbs hoy sintieron ganas de hacerse conocer asi que cree este blog para que encontraran nuevos amigos. Sus pensamientos y su gran imaginación se ven a través de lo escrito y me invitan a este pequeño mundo del cual soy un visitante de paso, al igual que ustedes.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Confesiones de la tercera edad

Siempre me han gustado las semanas de exámenes. Sobre todo cuando terminan.
Es viernes, y es diciembre. Mi carro anda sin gasolina y aun me falta llegar a dos lugares más. Vestidos. Matrimonios. Regalos. Cumpleaños. Grabaciones. Comidas. Exposiciones. Fotografías.
Llegado el viernes yo solo pienso en una cosa: Una cerveza y la poltrona en la casa de la nonna.
Se me conceden ambas. Imáginate. Cada vez que voy a su casa se le prenden los ojos celestes, y empieza a ofrecerme todo tipo de manjares. Tengo que amenazarla con irme si es que sigue insistiendo.
Me saco los zapatos. Nada como caminar descalza en el piso frio. Me recuerda que el verano ya llegó.
Me suena el estómago y me pregunta si he almorzado. No le puedo mentir.
Nunca le he podido mentir.
Un plato de minestrone. Dice que es dietético. Solo tiene un "filo" de aceite de oliva.
Claro que los frejoles y las habas se disimulan entre las verduras. O tal vez yo me hago la de la vista gorda.
Me la como con paciencia mientras ella me mira emocionada.
"Está buenasa". No miento. Su comida nunca me ha decepcionado.
"Un cafe? Un po' lungo o forte?" Ya está sacando la cafetera italiana. Esa cafetera que ha visto 10 años de conversaciones en esa cocina. 10 años de juegos de cartas. De propinas bajo la mesa.
"Lungo!"
Aparece mi nonno. Está viendo el partido. Hoy juega la Lazio contra el Inter. Andá feliz. La Lazio va ganando y los jugadores del Inter andan todos lesionados.
Su barriga ha crecido. Me burlo un poco de su correa. Antes se la abrochaba en el primer hueco y 10 años luego, la encuentro abrochada en el último.
Se golpea la panza con los puños y luego la sume, como fisicoculturista. Vé que el café esta hirviendo.
La nonna comprende. Saca otra taza.
Él regresa a su cuarto. Ya termino el medio tiempo.
Termino de tomar la taza de café y veo algunos granos en el fondo.
"Alguna vez te han leído la taza de café"
Afirma con la cabeza.
"Una vez, y todo lo que me dijo fue verdad".
Me acomodo en la silla. Soy una niña en Navidad. Ya quiero que me lo cuente.
"Fui con una amiga. La mujer, que también leía las cartas me dió una taza de café muy cargado. Era chiquita. Cuando la terminé, la movió y la volteó en un plato".
"¿Y que dijo?". Se lo digo de forma un poco inocente. Siguiéndole la cuerda.
Nunca he creido en lo esotérico.
"Me dijo dos cosas. La primera, de que iba a pasar por un momento muy fuerte en mi vida. Yo la miré dubutativa."
Me mira como probándome y sigue: " Va a haber otra mujer, pero tu vas a salir ganadora".
Dice esto y luego sigue comentando del clima. Cómo no ha salido el sol pero que los días están más bonitos.
Yo no sé si es que he entendido bien. No hay más café en mi taza y no he parado de jugar con la cucharita.
"Nonna, ¿Qué otra mujer?"
Se arrepiente un poco de lo que ha dicho. Pero ya es muy tarde.
"Tu nonno. Tuvo otra mujer." Y hace un gesto con los ojos de desinterés.
Yo se que es mentira. He visto esa mirada antes. El brillo de sus ojos ya no está.
"¿Pero que pasó?¿Quién fue? ¿Cuando?" Soy una investigadora. Mi abuela ha abierto un pedazo de su baúl de memorias ocultas. Esas memorias que a los nietos se les mantiene en secreto.
Me siento extraña. Como con un vacio. Trato de no mostrarlo.
"Una secretaria de su oficina. Hace cuarenta años. Pero yo nunca quise saber. Tú papá justo se estaba casando."
Me sale el lado feminista que tengo oculto. Estoy indignada (que dramática es esta palabra).
"¿Pero tú nunca le dijiste nada?"
"Le abri la puerta y le dije: Vedi tu cosa fai."
Ya no quiere seguir hablando del tema y la verdad es que yo no quiero seguir escuchando. Me habla de como su amiga, a quien también le leyeron las cartas, tuvo que someterse a una cura de sueño porque le dijeron que al cumplir los 38 un auto la atropellaría.
Cumplió los 38 y no salió de su casa por un año.
Yo ando con la cabeza en otro lado. Siento como si una catarata me cayese encima. Un camión cisterna juega carnavales conmigo.
Mis nonnos eran el ejemplo de la pareja perfecta. Del amor perfecto. Del amor longevo.
Ella que partió a los 15 de Italia para el Perú. Él que la siguió un año después para casarse con ella. Las cartas de amor. Las fotografías.
Y de pronto me pongo a pensar. ¿Puedo juzgar realmente a mi abuelo por lo que hizo? ¿Cuantas veces he escuchado la misma historia? Hermanos ocultos que salen a la luz, maridos infieles que nunca están conformes.
Ella solo hizo lo que todas las mujeres de su época harían. Voltear la cara y seguir con su vida. Él volvería eventualmente a un plato de comida caliente y una cama que lo esperaba.
Y asi aprendí a los 21 años que siempre hay cosas que la memoria nunca olvida. Qué el tiempo perdona pero permanecen ahi. En el fondo del inconciente, esperando que una pregunta inocente de una nieta los despierte.
Le agradezco a mi abuela el café. Esta vez supo un poco amargo, pero no se lo digo. Me paro y la abrazo. Ella sabe de que se trata.
"¿Cuando me traes a un buen chico para cocinarle?"
Sonrío un poco complice. Sus ojos celestes vuelven a brillar.
Decido olvidarlo. Ver el partido con mi nonno. No pensar de que finalmente es humano, y cuando la carne llama, todos pecamos.
La Lazio le ganó 3 a 1 al Inter.