Bienvenido a mi mente forastero!

Mis Blurbs hoy sintieron ganas de hacerse conocer asi que cree este blog para que encontraran nuevos amigos. Sus pensamientos y su gran imaginación se ven a través de lo escrito y me invitan a este pequeño mundo del cual soy un visitante de paso, al igual que ustedes.

jueves, 11 de febrero de 2010

Sobremesa

Hola, mi nombre es Isidora. Tengo 9 años y hoy día comencé la pubertad. Mi papá dice que no es tan grave, que ni cuenta me voy a dar.

Lo mismo dijo cuando mamá se fue de la casa. Ahora solo somos los dos. Bueno los tres si contamos a Godzilla.
Godzilla llegó para reemplazar a mamá. Supongo que por eso duerme todas las noches con él, acurrucada en la almohada de al lado.

Y por más que lo intente, yo no recuerdo a mamá. A veces me parece escuchar su voz a lo lejos, pero luego caigo en cuenta de que en realidad se trata de la radionovela matutina anunciandose con un redoble de tambores.
Siempre son las radionovelas que tanto le gustaban. Las que amaba y no perdía y las que yo odiaba. Las odiaba porque me reemplazaban. Les tenía celos. Celos de que ellas se llevaran toda la atención.

Y lo irónico de todo esto es que lo único que recuerdo de ella es lo que más odiaba acerca de mamá; sus radionovelas.

Yo crecí de ilusiones. Papá cada día hablaba menos y su ausencia se convirtió en mi confidente. Amigos invisibles los tuve por montones. Siempre invisibles, nunca imaginarios porque de pensar que solo estaban en mi imaginación me devolvería a la realidad.

La señora Cecilia del piso de abajo toca el piano y de vez en cuando nos da uno de sus famosos pies de manzana. Yo creo que secretamente está enamorada de papá. La señora Cecilia vive empezinada en encontrar entre sus escasos alumnos al próximo Schubert. Nunca se casó, pero de vez en cuando por las noches cuando no puedo dormir veo a uno que otro marinero entrar a su departamento sigilosamente.

Nuestro edificio está lleno de viejos solitarios. Lleno de personas fracasadas en el amor. Lleno de música de burdel y olor a colonia barata. De noctambulos y deambulantes en busqueda de una cama para calentar. De jugadores de lotería convencidos con que el gobierno complota contra ellos.

Yo no pedí ser adolescente. Si es que soy eso. Papá dice que no hay cosa más bonita que enamorarse, que una vez que sucede el mundo cambia de color y las personas se vuelven buenas.

Yo no quiero enamorarme porque no quiero terminar como papá. Los niños no me gustan para nada. Al menos eso creo. A veces me parece sentir algo en la boca del estomago cuando Gabriel me saluda. Él es mi mejor amigo.

A Gabriel y a mí nos gusta jugar a los hermanos perdidos en la jungla amazónica. Debemos construir un refugio contra las lluvias torrenciales y siempre contamos con una espada enfundado por si tenemos que defendernos del ataca de un jaguar.
Pero ultimamente Gabriel ya no quiere jugar. Dice que debe ayudar en la tienda, que su papá no está bien. Así que de vez en cuando paso a visitarlo a la panadería de su padre. Pero ya no sabemos que decir.

Por eso es que no quiero crecer. Volverme como la Sra. Cecilia o como mi padre, ambos ciegos por buscar tanto un amor imposible.

Yo no se que es el amor, ni tampoco sé si es que lo encontraré. En la tele se habla mucho de eso y las parejas suelen besarse mucho. Yo nunca he besado a un niño.

Yo no sé que es el amor, ni se que es amar. Supongo que es cuando quieres a alguien mucho mucho mucho, tanto que estás dispuesto a compartir tus gomitas de oso con él.

Sí, eso debe ser el amor.

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